Toda esta gente pasó por acá

miércoles, 29 de agosto de 2007

Un canto a la esperanza

Todo el mundo estaba esperando una derrota para ver cómo iban a reaccionar los hinchas. Los hinchas aguardaban un traspié para poder descargar su furia contenida contra el equipo, el entrenador y la dirigencia. La barra pretendía una excusa para poder matarse internamente, pero evidentemente a estos muchachos no les hace falta un pretexto y se dieron de lo lindo a unas cuadras del estadio, por la mañana.

River volvía a su casa luego de más de tres meses, casualmente contra Estudiantes, el último que había visitado el Monumental. River volvía a su cancha y todo hacía presagiar una tarde negra. Lo que nadie imaginaba era que River iba a jugar bien, que iba a ganar por primera vez en el campeonato y que el clásico Ole y los aplausos iban a bajar desde los cuatro costados, como hace mucho tiempo no se escuchaban. ¡Hasta Fernando Belluschi, el más resistido, fue ovacionado!

Fue 4-2 la victoria para los de Passarella, en la tarde en la que al puntero Independiente se le acabó el invicto y el escolta Vélez no aprovechó para alcanzarlo. Volviendo a los de Nuñez, el triunfo tiene un condimento extra: luego de 346 días, revirtió el resultado de un encuentro para alzarse con la victoria. Así es aunque suene extraño: desde la séptima fecha del Apertura 06 (iba perdiendo con el Gimnasia jujeño y lo ganó en el descuento con un gol de Nico Domingo), cada vez que River iba perdiendo, perdía o empataba.

Es doble el mérito en este caso, porque no sólo reaccionó tras el tempranero gol de Leandro Benítez para darlo vuelta con tantos de Belluschi (luego expulsado) y Marco Ruben. Además, cuando el uruguayo Salgueiro enmudeció al estadio a nueve del final y revivió a los fantasmas, apareció el chi-leee-no, chi-leee-no Alexis Sánchez para poner el 3-2 y devolverle el alma al cuerpo a unos cuantos. El golazo de Falcao (no se pierdan la exquisita combinación previa entre Lima y Augusto Fernández) fue el broche de oro para una tarde redondita.

Es cierto que estos tres puntos no alcanzan para tapar los problemas institucionales y futbolísticos de la entidad que ¿preside? José María Aguilar, pero en época de vacas flacas hay que agarrarse de cualquier pedacito de ilusión que ande dando vueltas. La seguidilla de partidos no se detiene y River necesita mucho más que esto para volver a ser. Pero está claro, los presentes hoy en Nuñez pueden testificarlo, que la esperanza es lo último que se pierde.

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