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sábado, 1 de septiembre de 2007

Vuelta olímpica


Con los pies sobre la tierra, el corazón en la mano y los huevos en la garganta. Esa es la combinación ideal para ganar un clásico, sobre todo si además se trata de una final. Así lo entendió el seleccionado argentino de básquet, que derrotó 91-80 a Brasil por la semifinal del Preolímpico de Las Vegas y clasificó así a los Juegos Olímpicos Pekín 2008, donde intentará defender el título logrado en Atenas 2004. Mañana a las 20 de Argentina jugará la final ante el poderoso Estados Unidos, que aplastó a Puerto Rico en la otra semi. Ya sin presiones, puede salir un muy lindo partido.

Merecida clasificación para los dirigidos por Sergio Hernández, que llegaron al desierto texano cargando con el esceptisismo del ambiente del básquet, y poco a poco le taparon la boca a todo el mundo. Su mayor virtud fue jugar como equipo a lo largo de todo el torneo, más allá de la descomunal tarea de Luis Scola, y con el plus de un rendimiento que alcanzó su pico en la competencia y no en los amistosos previos (cualquier cosa preguntenle a Bielsa y su experiencia en Corea-Japón 2002).

El duelo de hoy, al igual que el del miércoles, mostró a un Brasil dominando el juego durante gran parte del partido. Sin embargo, al igual que el miércoles, a la hora de los bifes el festejo fue en castellano y los lamentos en portugués. Hay tres momentos que resultaron determinantes en el desarrollo de las acciones, por distintas razones. En primer lugar, la temprana salida por lesión de Nené, máxima figura de Brasil y encargado de marcar a Scola, que se hizo un festín con Guilherme y Murillo.

En segundo lugar, una jugada que pasó desapercibida pero que marcó un quiebre: promediando el tercer cuarto, con el marcador 53-47 a favor de Brasil, Carlos Delfino anotó un doble y le sacó la falta a Leandro Barbosa, el otro crack de los de amarillo. Su influencia fue doble: despertó al santafesino, que no había anotado tiros de cancha hasta ahí, y mandó al banco al base de Phoenix, cargado de foules. Sin Leandrinho en cancha, Argentina hilvanó un parcial de 18-3 hasta el final del período, que invirtió la polaridad del partido.

Por último, cuando Brasil lanzó su arremetida final, y se puso a 3 puntos de distancia con menos de un minuto por jugar, Paolo Quinteros clavó un triple fenomenal para sentenciar la historia. A partir de allí, los dirigidos por Lula se desesperaron y Argentina lo definió desde la tranquilidad de la línea de libres.

Fue clasificación entonces para un equipo que supo hacer oídos sordos a palabras necias, que no se desesperó cuando las cosas no salían en la previa, y que tuvo el juego y la garra necesarios para cumplir con su objetivo de lograr la clasificación directa, sin pasar por el repechaje mundial del 2008.

Ya no se habla más de Ginóbili, Nocioni, Oberto y todos los que se bajaron. Los que sí viajaron consiguieron hacer olvidar a los consagrados y acallar a los que no creían en ellos. A propósito de esto, lindo problema tendrá Sergio Hernández a la hora de armar la lista para los Juegos Olímpicos, porque más allá de la chapa que trae la Generación Dorada, hay unos cuantos que se ganaron un lugar y no merecen quedarse afuera.

Queda planteado entonces el dilema, para que opinen ustedes a través de los comentarios: ¿hay que mantener la lista del Preolímpico o devolverle el lugar a los históricos?

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

señor excelente artículo, cada día me sorprende más usted.
Yo creo que hay qu valrar a os muchachos que están poniendo huevos allá en Las Vegas por haber logrado el "pasaje" a los Juegos, sin embargo creo que también hay que valorar a los jugadores históricos que tienen mucho para dar.

Anónimo dijo...

el jugador es gabriel omar bastituta