Toda esta gente pasó por acá

lunes, 18 de junio de 2007

Sencillamente: Histórico


Los grandes torneos son ocasiones ideales para que los grandes hombres realicen grandes hazañas, epopeyas tales que automáticamente se hacen un lugar en la historia por el valor de la conquista. Si en el camino al éxito se deja atrás a rivales con trayectoria y pergaminos, el triunfo se vuelve aún más resonante.
Angel Cabrera, cordobés de 37 años, se consagró campeón del 107° US Open disputado en el Oakmont Country Club de Pennsylvania, uno de los cuatro torneos más importantes de la temporada. De esta manera, se convirtió en el segundo golfista argentino de la historia en ganar un major, después de la victoria del genial Roberto De Vicenzo en el Abierto Británico de 1967.
Lo hizo con un puntaje acumulado a lo largo de las cuatro rondas de 285 golpes (5 sobre el par). Dominó el torneo durante los dos primeros días --terminó primero el viernes con parciales de 69 y 71-- pero luego cayó al séptimo lugar tras una floja tercera vuelta de 76 golpes y sus ilusiones parecían desvanecerse.
Sin embargo, en los 18 hoyos finales sacó a relucir todo su talento, toda su garra y sobre todo una gran concentración para resistir el asedio de dos pesos pesados: el estadounidense Jym Furyk (número 3 del ránking mundial) y su compatriota Tiger Woods (monarca actual del golf mundial y ganador de 12 majors), que finalmente lo escoltaron a un golpe.
Sí, como afrontar la vuelta final de una carrera con Schumacher atrás o encarar la recta final de los 200 metros con Michael Johnson respirándote en la nuca, mantener la punta que Cabrera había recuperado a fuerza de birdies era una empresa difícil. Había que bancársela. Y el Pato se la bancó.
Cerró una vuelta fantástica de 69 golpes en una cancha dificilísima (con cinco birdies y cuatro bogeys) y se sentó a esperar a ver que hacían sus rivales. Furyk metió tres birdies seguidos y lo alcanzó, pero subió el 17 y se quedó con las ganas. Tiger pifió un putt para birdie en el hoyo final que lo hubiera metido en el desempate. Y Cabrera, recién ahí, empezó el festejo.
Un cheque de 1.260.000 dólares fue el premio monetario que recibió Cabrera --el único argentino que alguna vez fue top ten del ránking mundial-- por su cuarto triunfo en las ligas mayores, el más importante de su carrera. Pero, como reza una publicidad de tarjeta de crédito (Mastercard tampoco pagó la cuota este mes, así que se quedó sin el chivo), hay cosas que el dinero no puede comprar.
Ganar el US Open, después de toda una vida dedicada al golf, no tiene precio.

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