Toda esta gente pasó por acá

domingo, 24 de agosto de 2008

Resumen Olímpico

Pasaron muy rápido. Tanta ansiedad en la previa, tantas ganas de que llegara ese momento en el que no se habla de otra cosa en la calle y nos convertimos en expertos en múltiples disciplinas desconocidas tal vez hasta ese momento, que dos semanas de Juegos Olímpicos pasan volando.
Ya pasó Beijing 2008, y mientras nos preparamos para la Olímpiada 2008-2012 que finalizará con los Juegos de Londres, es momento de hacer un repaso de lo que pasó y poner en contexto la actuación argentina.




A simple vista, las seis medallas conseguidas por la delegación argentina suenan a poco. Ni los oros de Curuchet-Pérez en ciclismo y de la selección de fútbol masculino, ni los bronces del básquet masculino, el hóckey femenino, el yachting (Espínola-Lange) y el judo (Pareto) alcanzan para saciar las ansias de triunfo del país de la mejor carne y las mejores mujeres del mundo. Somos los mejores, ¿cómo vamos a ganar sólo 6 medallas?

No, no somos los mejores, ni estamos cerca. A lo largo de sus 16 participaciones anteriores, Argentina nunca obtuvo más de 7 medallas y sólo había logrado 15 medallas de oro (60 en total). Otro ítem importante y difícil de comprender es que no todos los atletas que van a participar a un Juego Olímpico lo hacen para conquistar una medalla: algunos van en busca de un diploma olímpico (reservado para los puestos del 4º al 8º), otros sólo aspiran mejorar su marca y unos cuantos sólo planean vivir la experiencia.

Sin embargo, no hay que dejar que el árbol tape el bosque. Sería saludable que la buena cosecha de medallas no enceguezca a la dirigencia argentina y la incite a pensar que los buenos resultados fueron la consecuencia de una eficaz política deportiva. Las epopeyas de los deportes de conjunto, más algunos arrestos individuales, sirven para maquillar la pálida realidad del deporte nacional.

Si el objetivo es escalar en el medallero, hay que apuntar para otro lado: el atletismo (47 medallas de oro) y la natación (34) concentran alrededor del 25% de las preseas y hacia allí se debe apuntar. El foco debe estar puesto en ampliar las bases, para multiplicar la cantidad de atletas y potenciales medallistas. Fomentar la competencia en las escuelas primarias, medir el desarrollo de los jóvenes que obtengan los mejores resultados y estimular la competencia, son algunos de los posibles métodos.

La mirada, entonces, debe estar puesta en el largo plazo, sembrar en el presente para cosechar en el futuro. Con esa lupa puesta hay que repasar la actuación del atletismo argentino en Beijing: no se consiguieron medallas, ni siquiera hubo presencia albiceleste en las finales, pero hubo una generación de atletas argentinos que hizo su debut olímpico y que hay que seguir con atención.




Germán Chiaraviglio (21 años, garrochista, foto) es el líder de este grupo y el que más expectativas genera, pero también estuvieron haciendo sus primeras armas en Beijing Germán Lauro (24 años, balista), Juan Manuel Cano (20 años, marchista), Jennifer Dahlgren (24 años, lanzadora de martillo) y Rocío Comba (21 años, discóbola), por citar algunos nombres. Ellos representan el futuro, pero es su desarrollo lo que hay que seguir, en vez de pretender resultados inmediatos.
Las ideas están algo desordenadas, pero el debate está abierto y todas las opiniones se aceptan. ¿Qué te pareció la actuación argentina en Beijing? ¿Qué habría que hacer para mejorarla en el futuro?
Ahora sí, estimado lector, puede usted volver a su vida normal, sin necesidad de preocuparse quién ganó la final del badminton o qué tiempo hizo el subcampeón de los 110 metros con vallas. Aunque sería interesante que la llama olímpica siga prendida dentro de cada uno durante estos cuatro años que faltan hasta Londres 2012... ¿No?

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